''Acusar a los demás de nuestras propias desgracias es una prueba de la ignorancia humana; acusarse a sí mismo significa empezar a aprender; no acusar ni a los demás ni a uno mismo es auténtica sabiduría''
Epicuro
¿En qué consiste?
En mi consulta me encuentro con frecuencia la siguiente escena: en el sillón en una primera entrevista no me espera el “paciente” si no una persona preocupada por un familiar cercano (que tiene un elevado nivel de sufrimiento), pero que considera o bien que no tiene un problema o bien que ese problema no requiere acudir a un profesional de la psicología clínica.
El familiar acude a esa primera consulta con la idea de poder obtener alguna orientación o consejo acerca de cómo puede ayudar mejor a la otra persona o también en qué podría consistir una intervención en el caso de que su familiar finalmente se decidiese a venir. Pero en otras muchas ocasiones, la demanda es intentar conseguir que la persona que sufre el problema acuda finalmente a consulta, muchas veces bajo presión y aunque no tenga idea de cambio.
Este escenario es especialmente frecuente en el caso de padres con hijos adolescentes, que están atravesando por períodos de sufrimiento o de alteraciones del comportamiento y de las emociones.
Cuando me preguntan por mi recomendación, desde mi formación y mi experiencia clínica, siempre convoco a consulta a todas aquellas personas que son conscientes del problema y que están interesadas o se creen capaces de hacer algo para cambiar la situación. Recalco especialmente en la necesidad de ser muy cuidadosos con aquellos miembros de la familia que no desean acudir a consulta y advirtiendo que el esfuerzo por traerlos a la fuerza seguirá alimentando el problema.
La terapia indirecta se define como un tipo de intervención que actúa sin tener directamente en consulta al paciente designado, trabajando así con otros miembros del sistema.
Desde la terapia breve estratégica como en la breve sistémica se entiende que el cambio de un miembro del sistema (un ejemplo de sistema: la familia) afecta en el funcionamiento de los otros, teniendo en cuenta que el funcionamiento de todo el sistema depende de las interacciones de cada uno de sus miembros.
Terapia indirecta con niños
Los niños muy pequeños no tienen los suficientes recursos cognitivos para seguir una terapia.
La importancia del sistema familiar (el síntoma del niño o adolescente como “signo” de algo que no funciona del todo bien en el sistema).
Por esto mismo, podría ser que aunque trabajásemos con el niño y consiguiésemos un cambio que se manifestase en el contexto de la terapia, el problema seguiría presentándose en el ambiente familiar debido a que el sistema familiar o el académico siguen ejecutando las mismas soluciones intentadas que vuelven a alimentar el problema una y otra vez y lo llenan de más fuerza.
Minimizar el riesgo de estigmatización por la etiqueta diagnóstica (aunque en muchas ocasiones el niño ya viene con la etiqueta de otros profesionales que le trataron anteriormente). Y también cuando el paciente designado no tiene conciencia de enfermedad o se niega a seguir tratamiento.
Por lo tanto, desde la terapia breve estratégica se puede intervenir de forma indirecta en casos de pareja, de adicciones, adolescentes con dificultades, niños e inclusive se pueden hacer asesorías indirectas al plantel estudiantil donde asiste el infante.
La eficacia en este tipo de intervenciones es altamente efectiva y duradera en el tiempo.
